No deja de sorprenderme la virulencia -como si les fuera la vida en ello- con la que algunos se despachan en su defensa a ultranza de la barra libre en Internet para los contenidos culturales. Una actitud agresiva que contrasta con la tibieza con la que se pronuncian o el silencio con el que callan, por ejemplo, para reclamar a las inmobiliarias unas viviendas más baratas o gratuitas, a los bancos unos intereses más bajos o, sencillamente, inexistentes, a las operadoras de telefonía unas líneas de ADSL menos costosas o, directamente, gratis.
No deja de sorprenderme la facilidad con la que algunos han hecho suyas las tesis de la derecha extrema, detrás de las que hay un menosprecio sin tapujos a los creadores y a la Cultura, a los que se acusa de vivir de las subvenciones, negando, en cualquier caso, el talento, la dedicación, el esfuerzo o los recursos que toda creación intelectual y artística requiere para nacer y llegar al público. Y ocultando, al mismo tiempo, no sólo la necesidad de toda colectividad de proteger el acervo y la diversidad culturales, sino también las ayudas que reciben la agricultura, la minería, las elécricas, la industria automovilística, la banca, las exportaciones y otros tantos sectores tan productivos como la Cultura (4% del PIB y miles de empleos).
No deja de sorprenderme el cinismo de quienes hablan con desprecio de los autores de las películas, los libros, los videojuegos y las canciones que se descargan impunemente, sin retribuir a sus legítimos propietarios; la desfachatez de quienes apelan a la neutralidad en la red y la libertad de expresión para justificar la sustracción de las obras ajenas; la hipocresía de quienes piden una mayor velocidad de las líneas para facilitar sus intercambios personales -eufemismo con el que se refieren al tráfico ilegal de la música, el cine y la literatura de otros-, cuando les bastaría con lo básico para transmitirse los alegatos libertarios de gente como Enrique Dans o Víctor Domingo, que caben en menos de 150 caracteres.
Menos mal que, para que el mundo no esté del todo del revés, hay quienes se
posicionan claramente en los medios de comunicación a favor de la creación. Como Victoriano S. Álamo, quien, desde las páginas de
Canarias7, recuerda hoy que "lo único que se consigue dejando que Internet sea un lugar donde a los creadores se les ningunea, un día sí y otro también, es generar un futuro (y próximo) empobrecimiento cultural irreparable". Seguramente, este periodista tenga desde ahora más enemigos anónimos que simpatizantes. Es lo que tiene apostar por la justicia y criticar abiertamente el robo.
Lo dicho, el mundo, al revés.