sábado, 27 de agosto de 2011

Vuelta a la realidad

Del mismo modo que la Navidad se nos anuncia con suficiente antelación a través de una insoportable avalancha de anuncios televisivos de juguetes, el final del verano viene precedido por una catarata aún peor que la que nos espera en diciembre y que no es otra que la que inunda los quioscos de infinitas colecciones y fascículos que, a modo de letanía, se repiten año tras año sin excepción. 

Las editoriales deben tener muy claro que durante el mes de agosto hemos hecho acto de contrición y que tras las vacaciones estivales estaremos dispuestos a comenzar una nueva vida, como el que inicia un régimen de adelgazamiento, y que, por tanto, qué mejor que empezar a coleccionar sellos y billetes del mundo, cochecitos de juguete, estilográficas, relojes de bolsillo o dedales; cómo desaprovechar la ocasión de aprender algún idioma que no llegaremos a hablar nunca, de conocer algún truco de cocina con el que sorprender a nuestros suegros o de especializarnos en labores de punto de cruz o ganchillo;  qué estupidez perder la oportunidad de estimular las habilidades manuales construyendo algún avión de combate por partes o, mejor aún, un dinosaurio hueso a hueso. Por no hablar del empeño de estas multinacionales  de la edición, que insisten una y otra vez en reimprimir libros de texto que utilizamos hace ya mucho tiempo, tebeos que leímos siendo muy niños o cuadernos con los que aprendimos a escribir.

También deben tener muy claro que se trata de un negocio muy rentable, porque de otro modo resultaría  inexplicable que cuando se acerca septiembre no haya quien encuentre un periódico o una revista, entre tanto cartón, juguete, álbum, mineral o curso de inglés. Y como saben que al segundo o tercer número el personal ya se ha cansado de la colección de marras, pues a esperar al septiembre siguiente, que seguro que hay quien pica y vuelta a empezar. ¡Un negocio redondo, vamos!

jueves, 25 de agosto de 2011

De Madrid, al cielo

(@EFE)
Toda vez que...

...Benedicto XVI ya no está entre nosotros...
...la JMJ 2011 es, por suerte, cosa del pasado...
...la capital ha dejado de ser un parque temático travestida de blanco y amarillo...
...el Retiro es, de nuevo, territorio libre de confesiones y pecados (aunque menos)...
...las autoridades regresan a los mercados y olvidan su actitud de meapilas...
...el laicismo continúa siendo una utopía en este país...
...la policía nos recuerda que, porra en mano, no hay quien pueda con ella...
...la Cibeles recupera su condición de lugar de encuentro de madridistas (últimamente cada vez menos) después de serlo, por unos días, de seminaristas, monjas, kikos, peregrinos y gente de todo pelaje...
...Rouco Varela ha recuperado la sonrisa, aunque no las vocaciones perdidas...
...la patronal continúa la búsqueda de los millones de euros de la visita papal...
...la aspavientosa se regocija de que en su Comunidad haya estado Su Santidad...
...Gallardón ha tenido una visión privilegiada del recorrido del papamóvil...

...a lo mejor es el momento de proclamar con razón, como vienen haciendo los más castizos, que "De Madrid, al cielo"...


martes, 16 de agosto de 2011

London's burning

(@LosPrimeros.tv)
Como si de la escenificación de una canción de The Clash se hubiera tratado, Londres -y también algunas de las principales ciudades británicas- ha estado ardiendo en los últimos dias y aún no se han apagado los rescoldos de las protestas. Ni los mas punkies del lugar hubieran imaginado un escenario similar en sus sueños de rebeldía y subversión. Ocurre que al poder le pone, mayormente, mantener el orden por encima de todas las cosas, no vaya a ser que, al final, los gobernantes acaben también quemados.

Gamberrismo, saqueo, vandalismo, salvajismo, desorden público han sido algunos de los sustantivos que han acompañado la acción represiva del gobierno inglés sobre quienes han salido a las calles con afán destructor. Desconozco el nivel de violencia social al que se había llegado en los últimos tiempos, hasta el punto de provocar esta explosión callejera, pero recuerdo que hace treinta años asistí a situaciones de marginación y agresividad silenciosa que no hacían presagiar nada bueno.

No defiendo en absoluto a los saqueadores y a quienes hayan cometido tropelías, pero también creo que ya es hora de que los estados avanzados hagan algo más que tranquilizar a los mercados mientras sus democracias se deterioran gravemente. No basta con las pelotas de goma o las mangueras para poner fin al descontento, por mucho aprovechado que acompañara las acciones de sublevación.

miércoles, 3 de agosto de 2011

#MadridsinPapa

Cualquiera diría que Benedicto XVI le ha cogido el gusto a esto de venir a España a recordarnos que somos la reserva espiritual de Occidente, a pesar de lo agresivamente laicos que somos los ciudadanos de este país, según dijo hace apenas unos meses, con motivo de su anterior paseo por estas tierras. De lo que sí estoy seguro es que no viene a hacer acto de contricción por las bendiciones de la Iglesia a los crímenes del franquismo o por los actos de pederastia de algunos de sus sacerdotes. Lástima, porque de otro modo habríamos pensado que su visita no incluiría, como hacía su antecesor y repitió él mismo, un rapapolvo al Gobierno socialista por impío y defensor de normas contrarias a esa moral cristiana que en los últimos tiempos aflora con más fuerza que nunca.

Lo que sí me sorprende es el empeño de algunos, especialmente de ciertas autoridades autonómicas, en destacar los beneficios económicos de la presencia papal. Y yo que pensaba -¡ingenuo de mí!- que las ventajas de las religiones no se alcanzaban en este mundo de pecadores, sino que las recibiríamos una vez convertidos en polvo. Ya nos dirán, imagino, quiénes son los destinatarios de esos cien millones en positivo en que cifran la celebración de la JMJ 2011.

Y por si no fuera poco con inundar de santidad la ciudad de Madrid durante unos días, parece que en el Parque del Retiro los remos, los títeres, las echadoras de cartas, los vendedores de chucherías y globos tendrán una férrea competencia con los dos centenares de confesionarios portátiles que se instalarán en este espacio público, convertido en lugar de peregrinación, lamentaciones, arrepentimientos y perdones.

Vuelvo a recomendar, para contrarrestar los efectos narcotizantes de tanto incienso, la lectura de La puta de Babilonia, de Fernando Vallejo. Eso,  o desaparecer del mapa y cerrar los ojos a la avalancha mediática que se avecina.