martes, 9 de octubre de 2012

Desafección política

Ha tenido que ser una encuesta del Centro de Estudios Sociológicos (CIS) la piedra de toque para que la clase política empiece a tomar conciencia de la desafección ciudadana hacia las instituciones, los partidos o el propio sistema democrático. Después de años de endogamia partidista, de dar la impresión de estar gobernando y legislando en respuesta a sus intereses y no a los de la mayoría de la población y de dar mal ejemplo cuando de los dineros públicos se trataba, ahora llaman a la regeneración. No han querido  prestar atención a los recientes movimientos populares y han preferido hablar de multitud y turba o  reprimir por la fuerza y minimizar las manifestaciones y huelgas.

Y ahora claman por la regeneración. Y lo hacen el mismo día que la prensa destapa que Zaplana ocultó la entrega de seis millones de euros a Julio Iglesias o que Núñez Feijóo, que aspira a repetir como presidente gallego, maquilló las cuentas de 2010 para reducir el déficit. ¡Qué inoportunos son los medios de comunicación, pensarán algunos!

No es cuestión de generalizar, pero los políticos deberían, en su mayoría, hacer un profundo ejercicio de reflexión y comenzar a cambiar ciertos hábitos. Todo sea por la salud de la democracia. Ah, y de la regeneración.

1 comentario:

  1. El crecimiento de la desafección política es inversamente proporcional al número de políticos y banqueros que han ido a la cárcel por ESTAFARNOS a todos.
    Por eso en Islandia se palió la crisis y el descontento de sus ciudadanos. Porque sus (ex)políticos fueron también desalmados, pero al menos tuvieron la vergüenza de desaparecer cuando el pueblo les gritó NO NOS REPRESENTAS.

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