"No hay nada más profundamente humano que la vida y la muerte, de las que somos actores y víctimas al mismo tiempo", proclama quien se ha bebido la vida a grandes sorbos, procurando no desperdiciar ninguna gota, y a quien la muerte no ha sabido doblegar, porque él se resiste, cuando tiene el siglo a la vista, a que haga su triunfal entrada. A veces parece que Ricardo Lezcano (Madrid, 1917, pero canario de ascendencia y adopción) compitiera en longevidad con Francisco Ayala. Funcionario de Hacienda, porque de algo hay que vivir, ha sido, sobre todo, poeta, investigador, columnista e intelectual irreductible, de firmes convicciones socialistas. Durante años mantuvo viva la llama del teatro aficionado en Las Palmas de Gran Canaria a través del Teatro Insular de Cámara, que fundó con su hermano Pedro, también poeta, político y hombre de izquierdas, ya desaparecido. Aquella dedicación a los grandes dramaturgos del siglo XX, en una España inmersa en la dictadura franquista, le valió en 2009 el reconocimiento de un Maximino de Honor.
Como cuando el diablo no tiene que hacer, con el rabo mata moscas, Ricardo Lezcano se ha embarcado en los últimos tiempos, con la ilusión y la energía de un joven, a publicar diversas antologías con los centenares de versos y artículos periodísticos -aparecidos en muy distintas cabeceras, como El País, La Provincia o Canarias7- que ha ido escribiendo a lo largo de su vida, como si quisiera hacer un repaso, ahora que está al final del camino, de su intensa trayectoria creativa. Su última entrega a la imprenta, recientísima, ha sido Memorial de luces, sombras y derrotas, testamento poético en el que canta a su amado territorio insular, a la infancia -Patria que le dio "la soledad e inmateriales empleos"-, a la madre -cuya vida arrebató naciendo-, al amor, a la soledad o a la amistad, pero también a aquellos tiempos ya lejanos que se marcharon llevándose consigo la derrota de la República y todos los sueños revolucionarios construidos en torno a ella.
Y mientras lo dejen, él seguirá ahí, porque, como ha escrito, "la vida no es más que la vida". Y ahí está, para vivirla, algo que él ha sabido hacer a las mil maravillas.
Qué buen ojo tienes para la gente Antonio. Tuve el placer de conocerlo y comparto tu opinión sobre Ricardo, creo que entre sus habilidades artísticas también dibujaba cómics, hecho que me fascinó de una persona tan culta. Un hombre sorprendente y una familia muy respetable por la coherencia de sus ideas. Los Lezcano han aportado mucho a la historia de estas Islas y un referente para muchos isleños. Un saludo
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