(@Benoit Levae)
Kim Thúy es una escritora tardía. A una edad, 39 años, a la que la mayoría de autores han entregado ya al público más de un título e incluso han consolidado su carrera, ella decidió adentrarse en el universo de la literatura y probar con la ficción narrativa. Tres décadas después de que abandonara Vietnam junto a su familia, en una arriesgada travesía que definitivamente la llevó a Canadá, país de acogida del que dice sentirse parte integrante -"me pertenece como persona, no soy una exiliada, ni una inmigrante, soy una hija de Canadá"-, ha realizado una prospección en su memoria, un viaje a los recuerdos personales que, de un modo voluntariamente desordenado, ha depositado en su opera prima, Ru.
Un debut literario que no ha nacido de la necesidad de curar viejas heridas, que no ha perseguido efectos paliativos. Kim Thúy ha dejado fluir momentos, en algunos casos insignificantes, que creía olvidados, ha desempolvado historias, tan imperfectas como la naturaleza humana, que esperaban una pequeña oportunidad para aflorar a la luz y convertirse en algo vivo. Y han sido las palabras, cada una con su peso, su color, su textura e incluso su olor, las que han devuelto a la vida esas imágenes que ahora nos regala, que ya nos pertenecen como lectores.
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