domingo, 12 de septiembre de 2010

Pederastia S.L.

Leo a Juan Cruz que "lo inolvidable es lo que hiere" y que no lo cura el tiempo, ni lo sella el olvido. Entonces pienso en las imborrables heridas que perviven en las víctimas de los curas pederastas de Boston, Irlanda, Alemania y, según hemos sabido ahora, Bélgica; en las huellas que persisten en esos cuerpos, una vez inocentes, lastimados por la lascivia de los predicadores católicos que no dudaron en servirse de su privilegiada posición, en sacar partido de la confianza de las familias, en aprovecharse de la debilidad y fragilidad de miles de niños y niñas para abusar de ellos, para dar rienda suelta a sus más bajos instintos. 

Y se me ocurre que esos delitos son inolvidables, no sólo para quienes los padecieron, a quienes habría que haber dado toda la ayuda necesaria para que sus vidas no continuaran siendo el infierno en que las convirtieron aquellos desalmados, sino que también deben serlo para las sociedades en que se cometieron. Y que no pueden ser sellados ni por el tiempo, ni por su prescripción penal, ni por el propio olvido en el que la Iglesia Católica ha tratado de mantenerlos a lo largo de décadas, ni por las reparaciones económicas con que desde el Vaticano se ha querido resolver la vergüenza de la institución religiosa. 

Y trato de encontrar en las hemerotecas manifestaciones públicas de arrepentimiento, de ese propósito de enmienda que proclaman desde los púlpitos. Pero nada, tan sólo hallo silencio cómplice, ocultación, gestos que trasladan a las víctimas el sentimiento de culpa. Y me pregunto por qué las investigaciones se inician cuando los delitos ya han prescrito, cuando muchos de quienes sufrieron el daño ya han muerto -cuando no se han suicidado, como hemos conocido que sucedió en Bélgica-. Y también me interrogo por las instituciones públicas que debían haber velado y protegido la integridad de esos niños y esas niñas que tuvieron la desgracia de caer en las manos equivocadas, pero que prefirieron mirar para otro lado. 

No, hay cosas que, aunque hieran, no deben ser selladas por el olvido. Y hay delitos que, por mucho tiempo que transcurra -siempre inferior al que requiere el olvido-, deben ser juzgados y castigados.

1 comentario:

  1. Me alegro de haber estudiado en un colegio público, me horroriza pensar en la cantidad de niños españoles que han pasado por ese tormento en los colegios de curas y monjas. Seguro que tarda en saberse porque España esconde todo y es preferible no saber a que te señalen con el dedo. Me recuerda a la cantidad de gente que prefiere no saber nada de los crimenes del franquismo pero se horrorizan con los crimenes de Chile, Argentina Alemania...

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