Uno acaba volviéndose escéptico con la celebración cotidiana del Día Internacional de las más diversas causas. Un día está dedicado a la lucha contra el tabaco y a tu lado nadie deja por un segundo de echar humo. Al siguiente le toca el turno a las bicicletas y en el asfalto no ves ninguna. Y al otro, no debería haber ni un solo coche en las calles y resulta que son las veinticuatro horas con más tráfico del año. Lo que nos hace dudar de la trascendencia de estas efemérides. No sé si es porque siempre esperamos que sean los demás quienes nos resuelvan los problemas o quizás es que no damos abasto con tantas causas que exigen de nuestra participación para una solución urgente.
Hoy, 25 de noviembre, es una ocasión inmejorable para dedicar nuestro pensamiento a las víctimas inocentes de la Violencia de Género, para destinar nuestras acciones a la erradicación del machismo de la vida cotidiana. Hoy no toca contribuir con una moneda para poner fin al cáncer, porque las actitudes machistas, tan comunes, tan habituales, tan enquistadas, no se eliminan con dinero, sino extirpándolas del lenguaje, de las conversaciones, de los chistes, de los comportamientos, del trato con los demás. El asunto es demasiado serio como para mirar hacia otro lado, como para pensar que hoy es un Día Internacional más. Casi a diario, los medios de comunicación, los mismos que dan cabida a anuncios detrás de los que se esconde la explotación sexual, nos dan cuenta de nuevas muertes de mujeres, de hogares rotos por la brutalidad de quienes se creen que sus parejas les pertenecen, de familias destrozadas por los machos que no saben de diálogo y amor, pero que manejan muy bien los puños y las armas.
Deberíamos convertir cada día del año en 25 de noviembre y contribuir, en la medida de lo posible, a acabar con esta lacra social que es el machismo. Pero, de igual modo, deberíamos llevar también con nosotros, a todas horas, la solidaridad con los más desfavorecidos, la lucha contra el racismo, la pobreza o el maltrato animal, la defensa de la infancia o la protección de los mayores... En definitiva, ser mejores, más humanos.
Creo que este día es de los que sí que están justificados y conviene resaltarlo y señalarlos, sí a ellos, con el dedo. Eso sí hay muchos otros días, que como tú dices Antonio, son completamente prescindibles y lo único que logran es el efecto inverso. Al final, con tanto "día de de"... se pierde el efecto de esas acciones. Es como los Reyes Godos, joder, si en lugar de haber tantos, sólo hubiera habido que aprenderse uno, ahora todo el mundo sabría su nombre. Amén.
ResponderEliminarSM
No mas vioencia contra las mujeres.Ojala no hubiera que tener "un 25 de noviembre"...
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