domingo, 19 de septiembre de 2010

¡A la mierda!


En los meses siguientes a mi llegada a Madrid -justo un día antes del histórico triunfo del PSOE en octubre de 1982- asistí a numerosos conciertos que siempre concluían del mismo modo: todos los artistas participantes subían al escenario para interpretar junto a José Antonio Labordeta el Canto a la Libertad, unánime himno de reivindicación y lucha. Era el momento catártico esperado por todos los asistentes. La victoria socialista había generado un ambiente de euforia política y de esperanza. Había muchas causas que defender y otras tantas veladas musicales que organizar en torno a ellas. Y allí estaban, incansables, siempre dispuestos, Labordeta, Quintín Cabrera -que nos dejó hace unos meses-, Víctor Manuel, Luis Pastor y otros que, como ellos, reclamaban un mayor protagonismo del pueblo en la todavía frágil democracia. 

José Antonio Labordeta era todo un símbolo. Representaba el compromiso con los valores  democráticos aprendidos y defendidos en el antifranquismo. Las banderas de la libertad aún no habían sido desgarradas, rotas por el desengaño, como se lamentaría después en una bellísima canción. De él aprendimos -quizás porque en la  vida pública siguió ejerciendo la tarea pedagógica del profesor de Historia que fue- que hay que defender con firmeza, contra viento y marea, los principios en los que creemos. La renuncia a las convicciones es una derrota de la que es difícil sobreponerse.

Por eso, cuando desde el estrado del Congreso de los Diputados pronunció la ya célebre exclamación "¡A la mierda!", muchos nos sentimos identificados con él. Terco, sí. Cascarrabias, seguro. Entrañable, por encima de todo. 

Se nos mueren los mejores, pero nos queda su legado. Gracias, José Antonio, por ese puñado de canciones, poemas, textos y, sobre todo, por las enseñanzas morales de las que podemos seguir disfrutando. 

4 comentarios:

  1. Nadie se va del todo, cuando deja detrás todo un mundo de hechos e ideas que ha compartido con los demás desde el compromiso mas sincero.

    ResponderEliminar
  2. Cierto, Ana. Nos ocurre también con nuestros seres más queridos, cuando ese compromiso se llama amor.

    Saludos

    ResponderEliminar
  3. ¿Don de están los Labordetas actuales?

    ResponderEliminar
  4. ¡¡¡¡Labordetarrrrrrr!!!!

    ResponderEliminar