sábado, 18 de septiembre de 2010

Periodismo valiente

(@Gulf News Archive)
En estos días, el diario Público da cabida en sus páginas a un informe por entregas del periodista británico Robert Fisk titulado La masacre invisible. En él, el veterano corresponsal denuncia, desde el rigor investigador, una tragedia que apenas se refleja en la información cotidiana de los medios de comunicación: los asesinatos salvajes y vergonzantes de miles de mujeres a manos de sus familias por  cuestiones de honor. Una tragedia a la que el propio Fisk se refiere como "un crimen contra la humanidad". Según Naciones Unidas, la cifra mundial de víctimas anuales asciende a 5.000. Otras fuentes multiplican por cuatro esa cantidad. 

Este reportaje, sustentado sobre una investigación de casi un año de The Independent, me reconcilia con un tipo de periodismo cada vez más escaso, casi ocasional y anecdótico en la actividad diaria de prensa, radio y televisión. Como me devolvió la ilusión hace unas semanas la extraordinaria serie sobre los agujeros negros del planeta -Bangladesh, Haití, Gaza y República Centroafricana- publicada en el mes de agosto por El País. 

Sin embargo, desde hace ya bastante tiempo, lo que se lee, escucha y ve responde a un ejercicio profesional muy pagado de sí mismo, agarrado a la autocomplacencia y el autobombo, más cómodo con las comparecencias que haciendo preguntas, más preocupado por ser altavoz de las ocurrencias de los políticos que por realizar análisis profundos, más interesado por las aventuras de cama de famosas y famosos que por los problemas y dificultades de la ciudadanía, abonado al insulto en lugar de al respeto y la ética. Nada que ver con el periodismo crítico, inquisitivo, denunciante, incómodo con el que soñaba cuando era joven y que forjó mi vocación. ¿Sería una quimera reclamar su vuelta?

3 comentarios:

  1. Mucho tienen que cambiar las cosas para darle una vuelta de tuerca a la profesión. Aún así quedan las excepciones, gente que todavía sabe cómo se debe hacer este trabajo: Enric González, por ejemplo. A esa otra mayoría que omite las tres leyes básicas de este oficio: un regreso a las clases de Ética Periodística, una profunda reflexión sobre su forma de hacer las cosas y honestidad, elevadas dosis de honestidad.
    SM

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  2. Me he hecho el firme proposito de no ver, leer ni escuchar a esos nuevos "periodistas", colaboradores, ignorantes que salen todos los días y a todas horas en tv,radio, revistas...así y todo me da la sensación de que porque yo no lo vea va a desaparecer. En ocasiones me pongo histérica cuando un compañero de profesión falta a la ética profesional ¿ Cómo se sienten los miles de periodistas comprometidos con algo, cuando ven estas mariconadas?

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  3. Había una vez que la Cultura estaba secuestrada pos los poderosos y el pueblo reclamo su derecho a la ilustración. Y se abrieron las bibliotecas y se editó el libre pensamiento.
    Ahora los poderosos tienen el control de los medios y secuestran la Cultura a base de exceso de información.
    Y ya lo dice la experiencia; exceso de información es desinformación. Anton Layunta

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