(@liberales.be)
A su paso por España, donde acaba de publicar un nuevo libro, Viaje de ida y vuelta, el novelista húngaro György Konrád ha dicho que "el deber de un superviviente es recordar. Y si es escritor, más. Hablar por los que ya no pueden hablar". Recordar, como hicieron Primo Levi, Elie Wiesel, Imre Kertész, Jean Améry (nacido Hans Mayer), Viktor Klemperer, Boris Pahor, Shlomo Venezia, Jorge Semprún y tantos y tantos otros que se agarraron a la escritura como lo habían hecho a la vida para no sucumbir a la barbarie. Recordar para sobrevivir, aunque alguno no pudiera convivir con el recuerdo constante del horror y se le hiciera insoportable llevar consigo la culpa de haberse salvado. Recordar para que quienes fueron exterminados no quedaran definitivamente en el olvido y continuaran viviendo en la memoria colectiva y no sólo familiar. Recordar para que lo ocurrido no volviera a suceder, aunque la realidad ha sido más terca y nuevos episodios de genocidio han vuelto a producirse.
Y recordar y hablar, como recomienda György Konrád, es lo que hizo la comisaria europea Viviane Reding hace muy poco, escandalizada por las deportaciones de gitanos ordenadas por el Gobierno de Nicolas Sarkozy, al que recordó que en Francia, durante el Gobierno colaboracionista de Vichy, en plena Segunda Guerra Mundial, se confinó a los gitanos en campos, como el de Saliers, y se les desterró sabiendo el destino que les esperaba.
Recordar y hablar....