viernes, 15 de octubre de 2010

Los topos olvidados

La casualidad ha hecho coincidir en el tiempo el feliz rescate de los 33 mineros atrapados durante varias semanas en San José, Chile, con la reedición de un libro sobrecogedor que, cuando se publicó en 1977, causó cierto revuelo. Estábamos en los primeros momentos de la democracia y hablar de posguerra y represión aún producía escozor en algunos sectores de la sociedad española más propensa al olvido que al recuerdo y la memoria. Me refiero a Los topos, valiente investigación histórica que llevaron a cabo Jesús Torbado y Manuel Leguineche sobre los centenares de españoles que, derrotados en la Guerra Civil, no encontraron mejor solución para huir del escarnio, las represalias, la violencia y, en muchos casos, una muerte segura, que encerrarse en vida, que esconderse en agujeros en los que vivieron,  con el miedo adherido al cuerpo, con el temor a ser  detenidos en cualquier momento, durante décadas. 

Cuando salieron de sus escondrijos, de aquellas cárceles no oficiales, a finales de los sesenta, no los esperaban las cámaras, los periodistas, los políticos, ni mil millones de telespectadores frente a las pantallas, siguiendo segundo a segundo su liberación. Tan sólo sus familiares, los mismos que se habían jugado su suerte, poniendo en peligro su propia libertad, por mantenerlos a salvo, alimentándolos y tratando de que no enloquecieran durante el largo período en el que permanecieron ocultos a los ojos del vengador régimen franquista. 

Hace algún tiempo, la realidad de aquellos topos humanos volvió a la actualidad gracias a la ficción, a un estremecedor relato de Alberto Méndez, titulado Los girasoles ciegos, incluido en un libro junto a otras tres historias -o derrotas, como las calificó su autor-, que fue llevado al cine por José Luis Cuerda, con Maribel Verdú y Javier Cámara en el reparto. Ahora lo hace desde el rigor histórico, gracias a una recuperación ajena a las modas editoriales que nos devuelve el sufrimiento de aquellos hombres que una vez creyeron en la victoria de sus ideales. 



  

3 comentarios:

  1. No nos asombramos de las desgracias ajenas y de los horrores que han pasado millones de personas y nos asombramos de los globos que el ayuntamiento de Madrid dejó caer en la Gran Manzana. Me alegro que ese ayuntamiento tenga dinero para esas mariconadas, porque el mio no tiene ni para pipas.

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  2. Hola Antonio.
    Recuerdo la lectura de "Los Topos" como una de las más impresionantes de aquélla época, y acaso del resto de mi existencia hasta hoy. Fue leerla, y empezar a entender un poco, parte de la historia cercana de este país.

    Un saludo

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  3. Y qué tienen que ver los topos y los globos que están sirviendo de promoción turística de Madrid en Nueva York. Esto es lo que se llama tener capacidad para relacionar las cosas o sacar petróleo de donde no lo hay

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