miércoles, 30 de junio de 2010

Subjetividad

El libre ejercicio de la crítica -literaria, musical, cinematográfica, deportiva...-, sin servidumbres de ningún tipo, refleja la buena salud de los medios de comunicación en los que se expresa. Del crítico, un especialista en su materia, esperamos honestidad, criterio, profesionalidad, pero no objetividad. Su opinión, lógicamente, está marcada, lastrada -en el buen sentido de la palabra- por sus gustos, sus experiencias, pero también, y sobre todo, por sus conocimientos. Eso la distingue de la de cualquier ciudadano de a pie, de un mero aficionado. Y en una crítica queremos encontrar coherencia, exquisita redacción -a ser posible-, respeto y juicios fundados, que no descalificaciones gratuitas.

A uno puede no gustarle el último libro de Bernardo Atxaga, la entrega más reciente de Diego El Cigala, el concierto de hace unos días de Joaquín Sabina en Las Ventas o la esperadísima película de Almodóvar. Y puede expresarlo públicamente en las páginas de un periódico, en las ondas o a través de la red. Si quien la lee o la escucha confía en hallar en ella el reflejo exacto de las impresiones que le produjo el libro, el disco, el partido de fútbol o la exposición, y en el crítico a una alma gemela con la que comulgar, se ha confundido de género periodístico. Despotricar contra el profesional porque no ha escrito al dictado nuestro, no es más que una manifestación de intolerancia y desprecio por el parecer ajeno, más propio del régimen de Pol Pot. Y aprovechar que se cuenta con una columna de opinión en un medio de difusión nacional para insultar a un crítico, un acto de malas artes periodísticas.

El crítico está para hacer críticas, no para reirle las gracias a los artistas, deportistas o espectadores. Basta con no tomarlas en cuenta para no hacerse sangre. Tan sencillo y tan difícil...para algunos.


3 comentarios:

  1. Antonio, completamente de acuerdo con el par de ideas de tu nota que me parecen más sugerentes. Sobre todo con tu concepción de crítico, y también con la del subjetivismo. Parece que periodismo de calidad equivale a periodismo objetivo que equivale igualmente a periodismo independiente. Ni existe el periodismo independiente, ni mucho menos el periodismo objetivo. Es más, quienes lo defienden, quienes dicen encarnarlo, no son más que fieles voceros de una idea, con toda

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  2. Antonio, esos son los tres atributos que debe tener un crítico: honestidad, profesionalidad y criterio. Y, como dices, si además tiene facilidad para la escritura, la crítica se convierte en una píldora adictiva para el lector, que, enganchado, durante un par de minutos, devora caracteres. La crítica siempre que se haga con respeto y con argumentos justificados no debe ser cuestionada. Sino estaremos cuestionando la libertad de expresión y aquello que no comulga con el pensamiento único. Horror. Hay pocos críticos realmente sobresalientes, al igual que médicos, abogados o profesores, que además de todo lo señalado no caen en proselitismos. Pero, por eso mismo hay que dejar que ejerzan libertad de cátedra. Yo conozco uno al que leo frecuentemente y que es una delicia. Te lo puedes encontrar en una sala de 400 personas, en una plaza de toros, en un estadio de fútbol, en un concierto de flamenco, o en uno del folk americano más minoritario. Muchas veces le vigilo, casi siempre le leo.
    S.M.

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  3. Antonio R. Naranjo

    Pues aunque me encanta que alguien salga y diga estas cosas como Rojas, mi argumento no es del todo coincidente. Creo que hay que ir por otro lado, y sería el siguiente:

    1.- El señor Neira escribe de lo que la da gana y como le da gana, con un criterio sustentado en el conocimiento y la experiencia en el ancho mundo de la critica musical. Y lo hace muy bien.

    - La señora Grandes, con menos conocimiento e inferior talento, tiene todo el derecho a escribir todas las sandeces que quiera, mientras no lo haga en condición de crítico musical y siempre y cuando su periódico le ceda un espacio tan noble para malgastarlo de esa manera.

    - Finalmente, entramos los que no somos ni críticos ni columnistas de El País para decir, igualmente, lo que nos salga de cierta zona nasal. Que en mi caso es lo siguiente: la progredumbre (término acuñado por elperiodista Fernando Escudero) es así de abierta, tolerante y democrática. Pero lo más inaceptable no es la tal ¿Grandes? sea una petarda, sino que aburra a Dios con su presunta literatura de Carrefour.

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