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jueves, 14 de julio de 2011

Linchamiento bochornoso

(@Enrique Cidoncha)

Nunca he creído en los juicios paralelos que los medios de comunicación llevan a cabo en cuanto se inicia una investigación/proceso judicial, ni en las condenas sin sentencia judicial que emiten, dadas las consecuencias personales/morales/públicas para las personas implicadas en las mismas. Ahí están los recientes casos de DSK o Marta Domínguez.

Viene esto al caso por la repugnancia que me ha producido mucho de lo que he leído o escuchado estos días a raíz de la puesta a disposición judicial de Eduardo Bautista y otros tres directivos de la tan denostada Sociedad de Autores. Tanto tiempo llevaban esperando la foto del ex de Los Canarios saliendo de la Audiencia Nacional que, una vez conseguida, se lanzaron a denostar su figura hasta límites lamentables. Tal era el rechazo que su figura había despertado en ciertos sectores que se celebró su detención como si se hubiera llevado ante el juez al mayor criminal de la historia de España. Del aquelarre participaron, en santa y extraña hermandad, los autoproclamados representantes de la comunidad de internautas -a los que nadie ha nombrado democráticamente y que siguen ocultando la procedencia de los fondos que los alimentan-, los indignados, la derecha extrema mediática con su fiel infantería –que diría José María Izquierdo-, entre otros coyunturales compañeros de viaje.

No sólo no han esperado a que el juez dicte su fallo –condenatorio o no, eso ya se verá-, sino que para sostener sus argumentos contra el hasta hace un par de días presidente ejecutivo de la SGAE, además del insulto, se han amparado en su carácter supuestamente colérico y antipático –como si esto fuera un agravante- o, simplemente, como hizo La Gaceta de los Negocios, niegan hasta su brillante y exitoso pasado musical. Parece que se estuviera reproduciendo la trama de El extranjero, de Camus.

Ante este tsunami mediático en contra, han sido muy pocos –habas contadas- los que se han atrevido, públicamente, a expresar con contundencia la inocencia de Eduardo Bautista o a reclamar sin peros su presunción, si exceptuamos a Andrés Calamaro –al que le cayó una buena tunda twittera por tal osadía- , a Antonio Gala -agradecido por el reciente reconocimiento que recibió en los Premios Max celebrados en Córdoba- o a Juan Cruz, a quien, por tierra, mar y aire, no le ha importado partirse la cara por el amigo, ahora expuesto al escarnio y a la arena del circo.

Como comentaba un compañero de El País, del que reservo su identidad para evitarle una avalancha de insultos seguramente anónimos, en estos días hemos asistido a un “linchamiento abominable”. Bochornoso.

P.D.: Para las mentes más suspicaces, este comentario personal va mucho más allá de la relación laboral que durante estos últimos años he mantenido con Eduardo Bautista.