(México D.F., 2008)
Es difícil reconocer si la Autoridad, embutida en un uniforme policial, asiste impasible al desnudo integral de la ciudadanía, si el pudor femenino le impide intervenir y poner orden o si el nudismo está autorizado en plazas, calles y avenidas. Sí se adivina que esta mujer policía, de mirada desconfiada, está acostumbrada a torear con quienes, no satisfechos con ponerse en pelota picada, se untan crema solar para no quemarse la piel, a la vista de conductores y transeúntes. ¿Se imaginan que las Plazas de España o de la Constitución y las Avenidas Juan Carlos, que salpican por doquier nuestra geografía, se llenaran de hombres y mujeres desnudos, para escándalo de los biempensantes y los defensores a ultranza de la tradición? ¿Qué pensarían Rajoy, Montoro, Cospedal y Sáenz de Santamaría si se encontraran este percal frente a su sede de Génova? ¡Qué escándalo! ¡Cosas de Zapatero, seguro!