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miércoles, 29 de septiembre de 2010

Recordar

(@liberales.be)
A su paso por España, donde acaba de publicar un nuevo libro, Viaje de ida y vuelta, el novelista húngaro  György Konrád ha dicho que "el deber de un superviviente es recordar. Y si es escritor, más. Hablar por los que ya no pueden hablar". Recordar, como hicieron Primo Levi, Elie Wiesel, Imre Kertész, Jean Améry (nacido Hans Mayer), Viktor Klemperer, Boris Pahor, Shlomo Venezia, Jorge Semprún y tantos y tantos otros que se agarraron a la escritura como lo habían hecho a la vida para no sucumbir a la barbarie. Recordar para sobrevivir, aunque alguno no pudiera convivir con el recuerdo constante del horror y se le hiciera insoportable llevar consigo la culpa de haberse salvado. Recordar para que quienes fueron exterminados no quedaran definitivamente en el olvido y continuaran viviendo en la memoria colectiva y no sólo familiar. Recordar para que lo ocurrido no volviera a suceder, aunque la realidad ha sido más terca y nuevos episodios de genocidio han vuelto a producirse.

Y recordar y hablar, como recomienda György Konrád, es lo que hizo la comisaria europea Viviane Reding hace muy poco, escandalizada por las deportaciones de gitanos ordenadas por el Gobierno de Nicolas Sarkozy, al que recordó que en Francia, durante el Gobierno colaboracionista de Vichy, en plena Segunda Guerra Mundial, se confinó a los gitanos en campos, como el de Saliers, y se les desterró sabiendo el destino que les esperaba.

Recordar y hablar....

domingo, 6 de junio de 2010

Saliers (Camargue)

En la desembocadura del Ródano se localiza uno de los parques naturales más bellos de Francia: La Camarga. Sus grandes y llanas extensiones, salpicadas de marismas, salinas, estanques o arrozales, en las que se crían afamadas razas autóctonas de caballos y toros, son visitadas anualmente por miles de turistas y aficionados a las corridas. Ese bello paraje, tan admirado hoy en día, fue testigo, en los años centrales de la IIª Guerra Mundial, de un odioso episodio: el internamiento de centenares de gitanos en el Campo de Saliers, por decisión del régimen colaboracionista de Vichy, que con tanto ahínco contribuyó a la persecución de los “enemigos” del nazismo.

De aquel campo de reclusión, en el que los internos vivieron en condiciones de hacinamiento e insalubridad, y en el que muchos perdieron la vida, no queda ningún rastro. El único recuerdo de aquella ignominia, del sufrimiento de aquellas familias gitanas, es un pequeño monumento, a pie de carretera, en el trayecto entre las pequeñas localidades de L´Albaron y Saint-Gilles, a muy pocos kilómetros de las turísticas Arles o Nîmes. Nada más. En él se representa una figura humana que, guitarra en mano, parece salir a través de dos grandes trozos de muro, alcanzando la libertad. En la base de la escultura, una placa en la que se lee:

“Campo de gitanos de Saliers

Junio 1942-Agosto 1944

Aquí bajo la autoridad del régimen de Vichy fueron internados 700 nómadas”