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miércoles, 26 de enero de 2011

Expolio digital (2)


Cuentan que hace algunos años, cada vez que el dramaturgo Miguel Mihura acudía a su carnicería habitual, el carnicero le pedía un par de boletos para alguna de sus exitosas funciones, a lo que el dramaturgo madrileño respondía : "cuando usted me dé dos filetes, yo le entrego dos entradas a cambio". El vendedor de carne nunca fue al teatro, al menos a costa del trabajo de don Miguel. A aquel comerciante le ocurría lo que a muchos en la actualidad, que consideran que lo intangible, lo inmaterial carece de valor, que creen que una obra artística no es más que el resultado de la inspiración y no del esfuerzo y el tesón, que entienden que las creaciones, llámense canción, película o videojuego, por el mero hecho de poseer un ordenador y una línea ADSL, les pertenecen. 

Pero claro, al igual que don Miguel Mihura, no todos están dispuestos a ser víctimas del robo en la red, justificado bajo la falacia de la libertad de expresión, la neutralidad o, lo que es peor, el progreso tecnológico y el desarrollo de la sociedad, por no aludir al acceso universal a la cultura. No hace muchos días, el cantautor tinerfeño Pedro Guerra, al que muchos conocerán por su crítica posición con el canon digital, además de por sus muchas y buenas canciones, recordaba que regalar lo que no es de uno, no es, ni ha sido nunca, un derecho fundamental. Por mucho que algunos se empeñen en lo contrario. Seguramente, Pedro Guerra ya es enemigo de quienes no respetan la propiedad ajena. Y, sin duda, Miguel Mihura ya habría sido víctima, de seguir entre nosotros, de infinitos comentarios en Twitter o en Facebook por su negativa a ceder, por la cara, sus obras de teatro.

Dicen  que el debate en torno a la propiedad intelectual en Internet está enquistado. Tanto, que se ha llevado por delante a Álex de la Iglesia, que, a mi juicio, pecó de afán de protagonismo y escasez de recursos para enfrentarse a un nuevo escenario en cuanto se produjo el cambio. Álex ha anunciado su dimisión como presidente de la Academia de Cine, ese mismo cine al que muchos, con los que en los últimos tiempos conversó tan amigablemente, han despreciado por activa y por pasiva en cualquier foro. Al mismo tiempo, los que se consideran líderes naturales de la red se han solidarizado con el director de Balada triste de trompeta, al que con total desfachatez se han atrevido a sugerir como próximo ministro de Cultura. Ver para creer tanto cinismo como el que ejercitan los Bravos, Dans, Domingos y demás, acostumbrados a sentirse representantes de la soberanía popular por el mero hecho de ser populares en un territorio que no cuestiona a quienes se enriquecen con las creaciones de terceros.

lunes, 27 de diciembre de 2010

El mundo, al revés (2)

No deja de sorprenderme la virulencia -como si les fuera la vida en ello- con la que algunos se despachan en su defensa a ultranza de la barra libre en Internet para los contenidos culturales. Una actitud agresiva que contrasta con la tibieza con la que se pronuncian o el silencio con el que callan, por ejemplo, para reclamar a las inmobiliarias unas viviendas más baratas o gratuitas, a los bancos unos intereses más bajos o, sencillamente, inexistentes, a las operadoras de telefonía unas líneas de ADSL menos costosas o, directamente, gratis. 

No deja de sorprenderme la facilidad con la que algunos han hecho suyas las tesis de la derecha extrema, detrás de las que hay un menosprecio sin tapujos a los creadores y a la Cultura, a los que se acusa de vivir de las subvenciones, negando, en cualquier caso, el talento, la dedicación, el esfuerzo o los recursos que toda creación intelectual y artística requiere para nacer y llegar al público. Y ocultando, al mismo tiempo, no sólo la necesidad de toda colectividad de proteger el acervo y la diversidad culturales, sino también las ayudas que reciben la agricultura, la minería, las elécricas, la industria automovilística, la banca, las exportaciones y otros tantos sectores tan productivos como la Cultura (4% del PIB y miles de empleos). 

No deja de sorprenderme el cinismo de quienes hablan con desprecio de los autores de las películas, los libros, los videojuegos y las canciones que se descargan impunemente, sin retribuir a sus legítimos propietarios; la desfachatez de quienes apelan a la neutralidad en la red y la libertad de expresión para justificar la sustracción de las obras ajenas; la hipocresía de quienes piden una mayor velocidad de las líneas para facilitar sus intercambios personales -eufemismo con el que se refieren al tráfico ilegal de la música, el cine y la literatura de otros-, cuando les bastaría con lo básico para transmitirse los alegatos libertarios de gente como Enrique Dans o Víctor Domingo, que caben en menos de 150 caracteres. 

Menos mal que, para que el mundo no esté del todo del revés, hay quienes se posicionan claramente en los medios de comunicación a favor de la creación. Como Victoriano S. Álamo, quien, desde las páginas de Canarias7, recuerda hoy que "lo único que se consigue dejando que Internet sea un lugar donde a los creadores se les ningunea, un día sí y otro también, es generar un futuro (y próximo) empobrecimiento cultural irreparable". Seguramente, este periodista tenga desde ahora más enemigos anónimos que simpatizantes. Es lo que tiene apostar por la justicia y criticar abiertamente el robo. 

Lo dicho, el mundo, al revés.