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jueves, 10 de febrero de 2011

Gliders House

A primera vista, los tiempos de crisis aconsejan nadar y guardar la ropa, por lo que pudiera pasar. Uno se vuelve conservador con el paso de los años y tampoco es cuestión de jugarse a los chinos el incierto futuro que se avecina. No es, sin embargo, la recomendación que nos trasladan quienes aseguran que para salir de la depresión económica actual hay que apostar por el riesgo, el ingenio y la valentía. Dos posiciones enfrentadas. Dos consecuencias muy diferentes: empobrecimiento frente a generación de riqueza.

Frente a los que somos más cobardes y nos basta con ir capeando el temporal confiados en que escampe pronto, están quienes, como el artista plástico Miguel Panadero, se aventuran por el territorio del atrevimiento y el azar. Además de mantener el estudio como centro de operaciones artísticas y comerciales, donde cualquier potencial comprador  puede adquirir alguna de sus obras -pinturas, grabados, acuarelas, ilustraciones, dibujos, esculturas, joyas o cerámicas-, Miguel ha resuelto salir de la trinchera y lanzarse al ataque con la bayoneta calada, mirando a la crisis de frente, a los ojos.

Nuestro hombre ha decidido añadir una actividad más a su currículo y lanzarse al diseño de camisetas. Combinando sus dotes artísticas y su afición al surf -cualquiera puede verlo, casi a diario, en la playa grancanaria de Las Canteras, tabla en ristre-, ha puesto en marcha su propia colección: Gliders House. Por el momento, la aventura se desarrolla lentamente, con una ventana abierta en Internet y otra en algunas tiendas de surferos. Su osadía, en la época que corre, merece el aplauso, al menos de los que seguimos parapetados bajo el paraguas rogando por el fin de esta maldita y caprichosa crisis. El futuro es de los intrépidos y Miguel Panadero lo es.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Laboratorios de creación

(Cristino de Vera, Madrid, 2009)

El estudio de un artista plástico es un espacio sagrado. Un templo en el que se rinde culto a la belleza. El laboratorio en el que tiene lugar una de las más maravillosas experiencias alquímicas: la transmutación del espíritu del creador en obra de arte. Allí es donde la nada adquiere forma. Quizás estas circunstancias expliquen por sí solas la curiosidad y el interés que los talleres de pintores, escultores y artesanos han despertado siempre. Quien penetra en ellos quisiera descubrir dónde se esconde la magia, dónde habitan las musas que inspiran el arte. 

La fotografía nos ha brindado la oportunidad de conocer el lugar en el que Rodin modelaba el mármol, las paredes entre las que Picasso convivía con su propio genio, la habitación en la que el atormentado Giacometti concebía algunas de las esculturas más extraordinarias de todos los tiempos, el universo en el que Rothko se enfrentaba al vacío o la ventana por la que Morandi y los objetos que formaban parte de sus bodegones recibían la luz del exterior.

En los últimos años, el fotógrafo canario Nacho González Oramas ha ido profanando, con su cámara, los recintos mágicos de un total de sesenta artistas de las Islas. Todos ellos abrieron sus puertas y permitieron que este inquieto profesional se adentrara en sus territorios creativos, en su intimidad, y los inmortalizara  en compañía de sus útiles de trabajo: caballetes, telas, paletas, pinceles, botes de pintura, fuego... Cada uno de ellos frente al objetivo y junto a la soledad con la que, a diario, conviven y que les es tan necesaria para concebir y dar a luz cada pieza.

Gracias a Nacho González sabemos algo más de los secretos que tan celosamente han guardado Cristino de Vera, Martín Chirino, Felo Monzón, César Manrique, Pedro González, Juan Bordes, Miguel Panadero o José Antonio García Álvarez. La serie de instantáneas, que ha reunido bajo el título genérico de Espacios de creación, se expondrá durante un mes -del 23 de septiembre al 23 de octubre- en la sede de la Fundación Canaria Mapfre Guanarteme (La Laguna, Tenerife). Arte al desnudo, sin artificios.

sábado, 31 de julio de 2010

Miguel Panadero

La villa marinera de Agaete, en la isla de Gran Canaria, está inmersa ya en sus populares Fiestas de las Nieves, que se prolongan a lo largo de los últimos días de julio y casi todo agosto, y que tendrán su día grande el día 4, cuando miles de romeros celebren la popular y concurrida Bajada de la Rama. El cartel de este año es obra del artista plástico Miguel Panadero, que ha recurrido a una serie de figuras antropomórficas a las que ha puesto a danzar, rama en mano, para recrear el carácter lúdico, colorista y festivo de la celebración.

Y como no todo son actos religiosos, pruebas deportivas y jolgorios varios, se ha organizado una exposición, que se inaugura hoy en el Centro Cultural de la localidad norteña, con la última serie de pinturas de Panadero, Fluidos, parte de la cual se pudo ver hace unos meses en Las Palmas de Gran Canaria. Miguel se adentra, desde la abstracción, en el propio proceso de creación pictórica, lo que da como resultado paisajes imaginarios, formas artificiales, que se diluyen, que se transforman, generando una constante sensación de movimiento; en definitiva, que fluyen en la más absoluta libertad.

Al parecer, la colaboración desinteresada de este artista canario será correspondida por el Ayuntamiento con una calle que en el futuro llevará su nombre. La iniciativa, sorprendente por original, parece una buena medida para afrontar la maldita crisis y cuidar las arcas municipales, tan castigadas en estos tiempos. Además, crea un vínculo entre el pintor y los ciudadanos y renueva la toponimia callejera del lugar. Aburre tanto ver los mismos nombres de calles y plazas en ciudades y pueblos -da igual su localización geográfica-, que ideas como éstas deberían extenderse por todas partes. A ver quién toma el testigo.