Hay noticias que parecen extraídas de la hemeroteca o de esa sección de Efemérides que tanto gusta a los periódicos con historia, si no fuera porque son recientes. He sabido a través del blog de Juan Cruz que una de las librerías en las que con mayor frecuencia adquiero mis lecturas, la Antonio Machado del Círculo de Bellas Artes de Madrid, fue atacada este lunes por un ¿energúmeno?, ¿gamberro?, ¿pirómano?, ¿enemigo de la libertad?, que aprovechó que el local estaba cerrado para cometer una fechoría que, por suerte, no pasó a mayores.
¿Cómo denominar a quien considera que en los centenares de volúmenes dispuestos en los estantes hay enemigos potenciales a los que debe aniquilar, a los que debe lanzar un fuego purificador que acabe con ellos y, de paso, evite que prenda el conocimiento, la sabiduría o el placer que llevan consigo? El nazismo y también el franquismo se vanagloriaron de las quemas públicas de libros, actos con los que buscaban asesinar simbólicamente a sus autores, advertir a la población de lo pernicioso y peligroso de adquirirlos, poseerlos o leerlos, y, por encima de todo, imponer un régimen de terror en el que estuvieran ausentes las libertades de pensamiento, de expresión, de discrepancia o de debate, porque lo que debía imperar era el pensamiento único.
También la Transición vivió episodios como el ocurrido el día de San José, que creíamos desterrados para siempre de nuestra vida cotidiana. Quizás sea un hecho meramente anecdótico o, quizás, lo que resultaría preocupante, una muestra de los tiempos que corren.
Sí es preocupante. Algunos de estos "delincuentes de la moral" deciden que es mejor que no existan ciertas librerías, para después continuar decidiendo que es mejor que los niños judíos no se eduquen siguiendo determinadas doctrinas, o que unos jóvenes no sean de una determinada ideología política.
ResponderEliminarLos dictadores de la moral, de cualquier color, apestan.
Lucía
Yo que pensaba que eso de quemar libros se había sustituido por la creación de piezas pseudoperiodísticas... esas que obvian la realidad para anular el pensamiento crítico de quien la recibe y manipular a la sociedad al antojo de los gobiernos, o más bien de los gobernantes. Pero sí, parece que aún hay quien piensa que pueden quemarse las ideas y la historia. Iluso. A mí este gamberro me parece un iluso.
ResponderEliminarAG
Los queman, por que para algunos, la cultura es muy peligrosa. Nos prefieren ignorantes.
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