(La Rochelle, 2006)
Dicen los más viejos del lugar que el calor en el interior de las viviendas se combate en la más absoluta de las oscuridades -¿cuántos grados de oscuridad habrá?, me pregunto-. No entra ni un rayo de luz y, sin embargo, el ventilador, ahora parado pero quizás dentro de unos momentos moviendo las aspas, se perfila, iluminado, sobre el negro de la estancia. Las temperaturas son altas, pero no tanto como para obligarnos a cerrar las ventanas e impedir que penetre cualquier resquicio lumínico.
Me gusta tu serie de estampas de refresco. Algunas de ellas producen una sensación similar a la que se desencadena al morder un trozo de sandía, melocotón... despertando agradables recuerdos de veranos pasados.
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