En los días previos al inicio de cada temporada de fútbol renuevo mis deseos -¿debería quizás hablar de encendidas ansias?- de victoria final para mi equipo y de rotundo fracaso para sus principales rivales en cualquiera de las competiciones en que participa. Pero también -y aquí está el mayor de los placeres- revivo y paladeo cada uno de los muchos recuerdos que se agolpan en mi memoria y que, casi inevitablemente, se remontan a los tiempos en que, con la deliciosa e incontrolada emoción del niño que era, iba convirtiéndome en el apasionado aficionado a este deporte que ahora soy.
Ahí están las sensaciones de mi primer partido como espectador, en el antiguo Estadio Insular -aún en pie a la espera de una intervención arquitectónica que nunca llega, claro ejemplo de la desidia de las autoridades insulares y municipales-, al que me llevó mi tío Paco, un aviador malagueño, ya fallecido, que residía en unas dependencias militares cercanas al campo. Un 2-2 entre el Elche y la UD Las Palmas durante el cual, según rememora la web del club grancanario, "Martín II fue el encargado de equilibrar las dos ventajas parciales que logró el conjunto ilicitano en la temporada 1970-71 para el empate a dos goles final", un detalle que no recordaba, aunque en mi ánimo sobrevivan el entusiasmo, la alteración y el nerviosismo de aquel fin de semana, alejado de mis padres y mis hermanos, y persista la decepción por no haber podido ver repetidos, como en las retransmisiones de la tele, cada uno de los goles.
De las muchísimas otras ocasiones en que siendo niño volví al Insular, no olvidaré un rotundo 7 a 0 con el que la Unión Deportiva despachó al Hércules de Alicante en una eliminatoria de Copa del Rey que se resolvió en la prórroga, después de que Las Palmas igualara el 2 a 0 de la ida en los noventa minutos reglamentarios. No pierdo de vista tampoco la lástima -mezclada con la lógica alegría- que experimentaba cada vez que el portero paraguayo Humberto tenía que recoger el balón de su meta. Fue la mayor goleada a la que he asistido en vivo, si corro un tupido velo sobre las que, como jugador infantil federado, recibía mi equipo un domingo sí y otro también. Pero esa es una historia de escarnio que no sé si me atreveré a contar en alguna ocasión.
Pero tú, de pibe, eras también forofo del Elche. Por cierto, el único de la clase que tifara por el equipo alicantino. De hecho, creo que el único del Instituto con semejantes querencias. Ciertamente resultaba sorprendente, a la par que intrigante.
ResponderEliminarasí es. Y aún hoy mantengo esa simpatía, aunque ya diluida y poco forofa
ResponderEliminarUna vez destronado el concepto "furia española" se ha podido ver que se llega más lejos con el concepto "técnica y estilo". Seguro que en los tiempos de los que hablas ni se lo imaginaban.
ResponderEliminarRecuerdo el gol de Zidane que nos hizo ganar la Champions, claro que tampoco era tan niño...
ResponderEliminarSM
Aquí un siroco horroroso, la panza de burro se fue de belingo y yo antes de comenzar a trabajar quería deleitarme en tus comentarios. Casi sin darte cuenta estas creando dos obras de arte. Conce
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